
Hace calor y truena, llueve, el día está extraño como yo, ando malhumorada sin una razón concreta, quizá sean las hormonas, (estoy en esos días), quizá el aburrimiento, o quizá la añoranza que empieza ha hacer mella.
Estoy gris, quisiera poder cerrar la puerta tras de mi y marcharme a un lugar tranquilo, me ahogo, pero aún no he hallado ese sitio donde encontrarme con mi soledad unos minutos y llorar o reír a mi antojo, o simplemente cantar al compás de la música en el coche.
Si, estoy gris y recuerdo a mis niños, me siento tan hueca, tan vacía... viendo la televisión apareció una escena en la que una mujer daba a luz, sin poder evitarlo empecé a llorar, como lloro ahora al recordarlo, me sentí tan fracaso, tan desolada, tan lejos de lo que soñaba cuando era una adolescente, recordé las sensaciones de ese momento y quise abrazar a mis bebes de nuevo, cosa imposible, el tiempo no se detiene, no espera por nadie, pasa inexorable, ellos ya no son bebes, son dos hermosos niños que ahora no están aquí.
Estoy gris, me siento fea, ni siquiera me atrevo a ver mi reflejo en el espejo, me veo mal, aunque puede que sea este calor que me tiene muy desganada, o que realmente estoy deprimida y no quiero aceptarlo, un poco cansada de ser la que se levanta y zarandea todo lo que me rodea para que se ponga en marcha el engranaje de la vida.
No lo sé, solo sé que estoy gris como el día, pero... pronto llegará la noche, mi amiga, mi aliada, mi momento de silencio, mi cómplice, ya no estará el día gris, ya solo habrá... oscuridad.

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